Ya son 20 años de andadura, pero muchos seguimos sin saber por qué Lolita Films se llama Lolita Films. Probablemente sea el nombre de algún familiar o amigo de uno de los socios, o tal vez tenga que ver con una de sus fundadoras, Lola Mayo, o con la Lolita de Kubrick. Tal vez sea mejor no saberlo, porque Lolita Films siempre ha dejado un resquicio para el misterio y la imaginación, y nunca ha sido una productora como las demás. No intenten buscar su web o sus redes. No las tiene. Lolita siempre ha buscado otros caminos, otra manera de hacer las cosas. Y le ha ido muy bien siendo fiel a sí misma.
Fue en 1996 cuando cuatro amigos fundaron Lolita: Damián París, Javier Rebollo, Lola Mayo y Javier Cabello (este último se retiró pronto). Sus primeros cortos, Un, dos, tres, ¡Taxi! de Ricardo Aristeo y Sin título y Trailer de Jorge Simonet, fueron el primer paso para ir configurando el trío definitivo que daría fama a la productora: Javier director, Lola guionista, Damián productor. Sin perjuicio de que cada uno interviniera en las otras labores.
El pistoletazo de salida fue En medio de ninguna parte (1997), aquel corto de amores contrariados en el que todos descubrimos a Javier Rebollo y a Lola Dueñas. Un corto que trajo un nuevo estilo, preocupado por los actores, la composición, la forma, la luz, el ritmo, el sonido y la fascinación del espectador.
El estilo Lolita se consolidó con los siguientes trabajos del trío (no sólo cortometrajes de renombre, sino también soberbios documentales realizados para TV), y llegó a su máxima expresión con el emocionante En camas separadas (2003), que obró el milagro de merecer, a la vez, el reconocimiento de todo tipo de jurados y de públicos. El fenómeno Lolita lo impregnaba todo: Damián era uno de los productores punteros, Lola escribía e intervenía en todos los foros, y Javier, auténtico ‘showman’ de autor y cinéfilo empedernido, no se perdía una sola sesión de los ciclos y retrospectivas que organizaba Alcine, y entre medias recibía homenajes en el extranjero.
Muy pronto Lolita abrió sus puertas a otros directores, y el clan se vio enriquecido con nuevos miembros como David Martín de los Santos, especie de socio espiritual que sorprendió con Llévame a otro sitio (2003), radiografía de una pareja deshecha que hace poco tuvo brillante continuidad con Mañana no es otro día (2014), además de documentales como ¿Generación perdida? o el flamante 23 de mayo (2016). O Lino Escalera, director de esa preciosa historia llamada Elena quiere (2007), con una formidable Marta Belenguer y un operador, Unax Mendía, que parecía estar iluminando para Wong-Kar-Wai; o Marc Cistaré, Iván Cerdán, Iñaki Marticorena, Juan Pérez-Fajardo; o la co-producción del conmovedor Tu(a)mor (2009) de Fernando Franco… Sobre todo, como puede verse, historias de parejas quebradas, amores difíciles, enfermedades del alma.
El espacio para esta introducción es, siempre, demasiado limitado, así que no nos extenderemos en los indiscutibles y cuantiosos logros de Lolita en el largometraje. Bastará con recordar que Rebollo ganó la Concha de Plata al Mejor Director en el Festival de San Sebastián por La mujer sin piano; que los premios nacionales e internacionales obtenidos por la productora son incontables; que continúan produciendo tanto cortos como largos, como los nuevos trabajos de Martín de los Santos y Escalera…
… y que no sería aventurado afirmar que eso del Otro Cine Español, o Cine en los Márgenes, o como se llame comenzó con Lolita. Y así hoy, después de 20 años, Lolita se ha convertido en sinónimo de cine que ama el cine, el sentimiento y la inteligencia.
Óscar de Julián. Director de Cortosfera.