En los primerísimos 90, la irrupción de las televisiones privadas trajo consigo el nacimiento de Canal + España, que muy pronto se convirtió en un modelo de televisión de calidad bajo la admirable dirección de Juan Cueto. Canal + contaba con un equipo entusiasta lleno de ideas nuevas, y una de ellas fue la apuesta por un formato hasta ahora dejado de la mano de Dios: el cortometraje. Y justo en ese mismo momento, Álex de la Iglesia y Juanma Bajo Ulloa estaban revolucionando el corto español con sus respectivas Mirindas asesinas y El reino de Víctor. La eclosión creativa del cortometraje se encontró, súbitamente, con su mejor medio de difusión.
Y se produjo el boom. Canal + estaba en boca de todos, y la aparición de los imprescindibles María Rubín, Guadalupe Arensburg o Íñigo Trojaola daba lustre y prestigio a cualquier festival que se preciara. Conseguir la atención de Canal + en Granada, Alcalá o Cinema Jove era tocar el cielo. La cadena venía, veía y, por supuesto, vencía, otorgando su codiciado Premio a los mejores cortos del momento, comprando derechos de emisión, apoyando a los nuevos valores, contribuyendo sobremanera al arte y a la industria. El erial del corto español se transformó en una fiesta.
Pero, además, Canal + nos descubrió que el cortometraje no era, ni mucho menos, una peliculilla montada por cuatro amiguetes. La cadena comenzó a emitir cortos españoles que rompían moldes, muchas veces presentados por sus propios directores. Y aún más, cortos de todo el mundo. Y así nos dimos cuenta de que el corto era un género mayor, capaz de ser llamado Industria y Arte sin complejo alguno.
Un día, para potenciar aún más la emisión de las recordadas Piezas, la cadena puso en marcha un programa dedicado íntegramente al cortometraje (estaba codificado, sí, pero todo el mundo se las arreglaba para verlo), que ya forma parte de la memoria sentimental de todo aquel que se dedica a esto: La Noche + Corta, que al principio fue presentado por Mapi Galán, pero que llegó a su esplendor con el carisma elegante, algo excéntrico y, en fin, único del inolvidable maestro de ceremonias Antonio Muñoz de Mesa. Él nos introdujo en un universo de riqueza insospechada: los festivales nacionales e internacionales, los mejores directores, los especiales de animación (¿quién no se acuerda de Bill Plympton?)… Siempre bien apoyado por el talento tras la cámara de figuras como Pedro P. Jiménez, Paco Mateo o la sencillamente esencial Lidia Mosquera.
Con el tiempo, María Rubín pasó el testigo a la inagotable Guadalupe Arensburg, que desde comienzos de siglo mantiene el ánimo canalplusero en lo alto, y no sólo el ánimo. Ahora que es más necesario que nunca, el Proyecto Corto Canal+ continúa repartiendo ayudas de producción al formato breve. También continúa la presencia en Festivales: Medina del Campo, Cinema Jove, Gijón… Y lo que es más importante, Canal+ jamás ha dejado de comprar y emitir cortometrajes. De hecho, la cadena emite cortos en abierto en Internet, a través de Zona Corta Movistar +. Y atención, estamos hablando de los mejores cortos nacionales e internacionales recientes, de las obras galardonadas en Clermont-Ferrand, Alcine, Cannes, Annecy… Hace muy poco pudieron verse ¡los Oscars 2014! Un privilegio absoluto que está a nuestro alcance y que tenemos la oportunidad de aprovechar al máximo.
Canal+ ha pasado por diversas manos a lo largo de su historia, y ha adoptado diversos nombres. Pero su espíritu siempre ha sido, y seguirá siendo, el mismo: apoyo incondicional al cortometraje en todas sus facetas, difusión industrial y cultural de primer orden, una televisión inteligente, creativa y, por encima de cualquier otra consideración, humana.
Óscar de Julián. Director de Cortosfera